domingo, 7 de agosto de 2016

EL PICÓ: ENTRE ESTRELLAS, LÁMINAS DE ZINC Y PROHIBICIONES

Por Iván Osorio M *

Foto de Mirjam Wirz
Aunque ha insistido, Fabian Altahona, investigador y promotor apasionado del picó, no ha podido dejar de recordar, con nostalgias devastadoras, aquellas noches febriles de juventud, donde los únicos límites existentes para quienes querían disfrutar de la potencia sonora de aquellos descomunales aparatos, cómplices de tantas noches de amor y pasión, eran las estrellas y luceros, testigos mudos de tantas irreverencias y las paredes de láminas de zinc que arropaban la verbena, para que no se pudiese escapar, ni por un instante, el misterio bendito de la libertad y el goce.

Son precisamente esas nostalgias de libertad, las de Fabian, pero también las nuestras, las que nos llevan a indagar acerca de los límites y, por tanto, de las persecuciones que a lo largo de la historia han sufrido las diferentes expresiones artísticas populares, de una manera particular aquellas que arrastran, sin causa alguna, el lastre de lo bajo, subversivos o, incluso, lo de “mal gusto”, en nuestro caso, las del picó y todos perendengues.
Fabian Atahona
Fue en este ejercicio de mirar hacia atrás, para observar, con asombro y muchas veces con dolor, de dónde venimos y hacia dónde vamos que pudimos constatar que desde los tiempos de la colonia y hasta hace pocas décadas, bailes populares como la cumbia, el bullerengue, el fandango, el mapalé, entre otros, eran vistos y juzgados como algo menos que ritos paganos que iban contra de la moral y las buenas costumbres; costumbres establecidas por las aristocracias dominantes con ayuda, en más de una ocasión, de las autoridades eclesiales de cada época, que pretendían, sin disimulo alguno, privilegiar los ritmos europeos, muchos de ellos conservadores en sus expresiones corpóreas, frente a las nativas danzas populares, ricas todas, en movimientos y cadencias convulsivas hasta lo imposible, cargadas, en sí mismas de un alto grado de sensualidad y erotismo que escandalizaban a los buscadores de almas poseídas.

Foto de Mirjam Wirz
En ese recorrido pudimos volver a sentir las reminiscencias por el terruño que se dejó atrás, combinado con cierto aroma a miseria ancestral, todo ello amalgamado y hecho realidad en las barriadas populares de las urbes de la América Latina indómita y de las del Norte, siempre nostálgica y excluida que reivindicaba a través de la mezcla de ritmos africanos, puertorriqueños, venezolanos, dominicanos, haitianos, entre ellos el jazz, de manera específica el jazz afro-cubano, el modo de ser, sentir, pensar y, por tanto, de celebrar de sus gentes y, que por cosas de la bendita costumbre de llamar a algo o a alguien no por lo que es, sino, sobre todo, por el hecho anecdótico que le rodea, terminó llamándosele “salsa”, por ser una combinación de varios elementos.

Pero como siempre en ésta, nuestra historia de señalamientos y exclusiones permanentes, bastó saber quiénes eran los que aceptaban, bailaban y, por supuesto, gozaban este nuevo estilo musical de orígenes populares para que aparecieran los “inquisidores” culturales sentenciando que era música repudiable de ladrones, vagos y viciosos que contaba historias de mal gusto, reflejaba costumbres mala mañosas y promovía amores de dudosa procedencia, en contra, todo ello, de la sana moral y la recta conciencia. Como prueba que confirmara sus sospechas se valieron del contundente testimonio (para sus fines) de “vagos” de la talla de: Miguelito Valdés, Cortijo y su Combo, Ismael Rivera, Mongo Santamaría, Justo Betancourt, La Lupe, Héctor Lavoe, Roberto Roena y Joe Bataan, entre otros que, entre canción y canción, concierto y concierto y, obviamente, entre parranda y parranda, dieron más de un motivo de que hablar a los buscadores de espíritus extraviados ansiosos todos ellos de castigo y purificación para quienes se atrevían, con tanta desfachatez, a darse licencias no permitidas en asuntos inviolables como los correspondientes al goce y al cuerpo.

Foto de Mirjam Wirz
Y qué decir de la champeta, de una manera particular de la “champeta criolla” que desde sus orígenes ya estaba condenada eternamente a portar el sello de la ignominia que marca de por vida a ciertos vástagos. Porque hablar de champeta y, por ende, de champetero y champetera, en definitiva, es para aquellos que buscan ritmos más apacibles, con igual estilo de letras que evite toda referencia a la vida cotidiana del hombre del común, es hablar de vicios, delincuencia, baja calaña, muladar, etc., puesto que la propuesta que ofrece la champeta gira, precisamente, en torno a resaltar aquellas historias de los habitantes de los sectores populares de las urbes caribeñas, de manera especial, de la Cartagena de Indias segregada y olvidada, que refleje, sin tantas elaboraciones estéticas, las luchas intestinas por la supervivencia cotidiana y los esfuerzos que ello trae consigo. Algunas de esas narraciones, entonces, hacían canción los esfuerzos cotidianos por un mejor vivir, por la casa anhelada para la mamá y los hijos. Otras revestían de música los relatos acerca de la “lea” (mujer o novia) apetecida, pero esquiva, el amigo que “torció” el camino, el que ya no está o está muerto o aquel que por su mala cabeza terminó “…fumando esa mala hierba.”, como lo dice en una de sus champetas Hernán Hernández  y que ha hecho bailar, con tanto frenesí, a más de uno que busca a través de estas letras descifrar, de una vez por todas, sus propias tragedias.


Desde esta realidad de persecuciones y señalamientos, atrevimientos y transgresiones, decretos y disposiciones, surge una máquina sonora que en el devenir de la historia celebrativa del Caribe colombiano irreverente, se constituye en instrumento propicio, tótem convocador, y, últimamente, en discoteca ambulante y que algunos fanáticos sin cura de los ritmos afro-caribeños han denominado, sin atisbos de equívocos voluntarios, como “su majestad”, el picó.

Picó El Negro Rumbero, año de 1988.
Es el picó y su escenario natural y legítimo: la verbena, los que reivindican el derecho del pueblo a celebrar a su estilo, en contra de cualquier principio e ideología impuesta y, en ese celebrar, permiten que éste, eternamente segregado, se pueda reunir en torno al goce, al sentirse libre, auténtico y reconocido, muy a pesar de las reducciones, en cuanto a tiempo y espacio, a las que se ven sometidos permanentemente. Frente a un picó se es irreverente, rebelde, contestatario, incluso, agresivo, pero sólo con la irreverencia, rebeldía, contestación y agresividad que se expresa a través del cuerpo que baila y que pretende romper, por medio de sus peculiares cadencias, con todos aquellos modelos establecidos por las clases dominantes. Como lo señala la antropóloga María Sanz Giraldo en su Monografía: Fiesta de Picó: Champeta, Espacio y Cuerpo en Cartagena, Colombia, a propósito de lo que ella denomina como "estigmas efectivos", frente a todo esto que hemos planteado: “…así que el peligro, no es tanto salir del picó apuñalado con champeta, sino contaminarse de lo negro y caer en la tentación de disfrutar sin medida de estos bailes “calientes”.”

Es por ello que nos atrevemos a sostener que la persecución a la cual se ven sometidos, en la actualidad, el picó, la verbena, la champeta  y toda la variada propuesta musical que estas realidades encierran en sí mismas, no es más que la expresión del temor de unas élites, a las manifestaciones lúdicas, sociales y culturales de un sector de la población reprimido y excluido por ellas, que a través de éstas podrían transgredir (y de hecho lo hacen), como lo afirmamos desde el inicio de este artículo, la “armonía” social establecida por estas clases dominantes y, ello conllevaría, a que estos colectivos humanos marginados generen espacios auténticos de reconocimiento de su propia historia.

El picomandante Alex Alemán
¿Quién permitió que un Alex Alemán, maestro de maestro en el arte de exorcizar aburrimientos y depresiones, propietario del legendario picó “El Timbalero”, hijo de un zapatero alegrón del barrio Rebolo, de la noche a la mañana lo llamen con tal atributo de Maestro, sin pasar por universidades de abolengo que acrediten su experticia en algún “buen oficio”?, Ello encuentra sentido en el “sitio de libres” que origina un picó y su escenario, la verbena. Porque es precisamente allí, donde estos colectivos marginados y sus personajes más relevantes, logran algún reconocimiento social, a partir de la expresión sonora y bailable de su propia historia de exclusión y marginalidad y, por tanto, reivindican el derecho que poseen a sus propios conceptos sociales, culturales y estéticos aún en contra vía de lo que la sociedad en general, a través del sofisma de  las “buenas costumbres” les quiere imponer.

Por todo esto, hacemos un llamado urgido a las entidades gubernamentales nacionales, pero, sobre todo a las distritales, desde las entrañas celebrativas que como barranquilleros poseemos, para que apropiados del espíritu de la Carta Magna de nuestra Nación que busca, en esencia, el respeto de toda expresión cultural identitaria, se esfuercen por la promoción de escenarios que posibiliten la preservación de estas manifestaciones culturales, desde la aceptación a la multiculturalidad expresiva del ser.

Obra El Timbalero de Dairo Bariosnuevo: 1 x 70 cm. Dibujo a lápiz de color 
Y que, de una vez por todas, no siga siendo sólo un cuadro del maestro Dairo Barriosnuevo y un sueño quimérico de Fabian Altahona la posibilidad de ser libres y autónomos a través , por ejemplo, de un picó, con la irreverencia que sólo puede interpretar el pueblo, el de la esquina, el del bordillo. Para volver, por siempre jamás, al patio grande de la casa de todos y simular allí, en cada baile de picó, una pelea de gallos, a la luz de las estrellas y luceros, donde no se pierda la vida, sino que se queda moribundo el placer, donde no hay sangre pero si pasión; donde cada apuesta no es por dos, ni por uno, sino por todos; cuando se gana, no se cobra, por el contrario, se da y en donde las láminas de zinc no son un límite, sino una manera de preservar el derecho legítimo a gozar siendo nosotros mismos.

Maestrante investigador de la Maestría en Lingüística – Análisis del Discurso
Universidad del Atlántico
Licenciado en Ciencias Religiosas
Pontificia Universidad Javeriana

Fotografías: Mirjam Wirz
Diseño, edición y recreación: Dairo Barriosnuevo

lunes, 25 de abril de 2016

Breve Reseña Histórica, De Los Picós Del Caribe Colombiano.


Por Dairo Barriosnuevo *


Marco T. Barros Ariza (QEPD)

En anteriores textos publicados, registramos el testimonio

escrito del periodista Marco T. Barros Ariza (QEPD), a donde

afirma, que los picós (enormes equipos de sonido) del Caribe

colombiano, fueron creados en el barrio San Roque de la

ciudad de Barranquilla a partir del año de 1939.


Alfonso Fontalvo

Por su parte, el folclorista Alfonso Fontalvo, no solo ratifica lo

anteriormente expuesto por Marco T. Barros, sino que también

nos hace saber que para la década de los 40, aparece el

primer gran nombre de un picó, hace referencia a "El Ultimo

Hit" porque antes de eso, a estos aparatos se les conocía por

el nombre de su propietario y/o el apellido de la familia al que




Nelson García

A través de un documento escrito, el periodista Nelson García, plantea, que entre la década de los 50 y 60 los nombres de algunos de los picós más antiguos que se conocen: El Ultimo
Hit (El Rey Del Jardín Águila), El Hit Del Momento, El Rumba Habana, El Timbalero, El Sabor Costeño, El Son Cubano, El Retorno, El Diamante, El Rumberito, El Sonoro, El Atrevido, Al Compas Del Reloj (nombre tomado de la canción de Bill Halley). (1)



El Psicodélico (dibujo a lápiz grafito sobre cartón 50 X 70 Cm, año de 1993)

Cuentan los bailadores verbeneros de vieja data, que
finales de la década de los 60, el legendario picó "El Sicodélico" y no "Psicodélico" como debería ser, del barrio El Bosque de Barranquilla, fue el primer aparato de sonido en salir con dos enormes bafles al estilo armario y/o escaparate, uno grande al que los verbeneros le acuñaron con el apelativo de "El Camastrón" acompañado de otro bafle más pequeño y que su vez le apodaron "La Mascota."


Gerson Costa (Artista Pintor)

Gerson Costa, pintor de arte popular quien tiene el crédito, de ser el iniciador del arte plástico picotero, cuenta, que la primera persona, que se atrevió a pintar uno de estos aparatos de sonido, fue un señor de Cartagena llamado Máximo Forero (QEPD), cuya firma siempre fue la de "Max Forero" era un pintor dedicado a realizar cuadros para pequeños negocios y galerías, a donde vendían y distribuían arte para la decoración, pintó por primera vez, el bafle del picó llamado "El Perro" de Cartagena, de propiedad de Jesús María Villalobos (QEPD), eso fue para el año de 1967: http://fukafra.blogspot.com.co/2015/06/gerson-costa-el-iniciador-del-arte.html

Picó El Perro de Cartagena

Según Carlos Miranda (Camir Espectáculos) para el año de

1973, el picó El Concorde, de propiedad del señor Tony Wong,

aparece en el escenario picotero y verbenero, dando el

importante paso de la tecnología de tubos al vacío al

transistor. Lo hizo con un pre amplificador o controlador de

sonido, al interior de la consola de su picó.



Picó El Concorde: Con La Tecnología Japonesa, años 80 


Para la década de los 70, los picós más importantes que se

destacaron fueron El Sicodélico, El Latín Soul, El God Love

El Gran Pijuán, El Coreano N.1, El Timbalero, El Sibanicú, El

Solista, El Gran Fidel, El Gran Che, El Gran Torres, El Rojo, El

Isleño, El Gran Kong...



Baile de verbena animado por el picó El Sibanicú de Barranquilla 


Según un texto titulado "El Picó" por J. Clemente Orózco y
que aparece en la portada del disco "Picoterapia Vol. 1" del sello León Records, y que anteriormente, fue publicado en el diario El Universal de Cartagena, sin el registro de una fecha, para la misma década de los 70, en la ciudad amurallada, existieron los picós: El Lago Azul, quien más tarde paso a ser El Huracán, La T.V. del Mata, quien de ser propietario también animaba a los asistentes del baile, con sus pasos maravillosos (él era un excelente bailarín), Toño y su Calamari, El Gran Kid, convertido después en El Ciclón, "Nunca Es Tarde" convertido en El Gran Platino, El Viejo de La Quinta, El Isleño de Cardales entre otros. (2)

Otros picó de la misma década de los 70 fueron: El Diluvio, El
Mayor, El Gran Tony, El Perro, El Diamante, La Clave De Oro, El Conde, El Supersónico, El Guajiro...


El Ciclón de Cartagena, años 70


En la Barranquilla de los 80, prevalecía la mayoría de los nombres picoteros de la década de los 70, sin embargo, para la época, el pico más destacado fue El Timbalero, por su innumerable aporte de música exclusiva del África y música del Caribe, además de sus adversarios, en una feroz disputa por la plaza musical, algunos de ellos fueron: El Nuevo Latino, El Gran Fredy, El Gran Abe, El Swing Saphari, El Gran Kong, El Coloso, El Sabor Costeño, El Verdadero Son, El Son Latino...una larga lista que para entonces, superaba los más de cien de estos aparatos de sonido.



Picó El Timbalero de Barranquilla, años 80

Para el año de 1979 - 80, en el municipio de Soledad aparece una máquina de sonido llamada "El Ray Estéreo" de propiedad de Raimundo Barrios, único aparato, que, para ese momento, era completamente transistorizado, mientras que todo el sistema de sonido picotero, permanecía rezagado, en la era de la tecnología de amplificadores de tubos al vacío. Mientras que todos los miembros del mundo picotero, señalaban que El Ray, al igual que El Mundy Estéreo, no eran picós, sino unos equipos de sonido en gran formato.


Raymundo Barrios Barceló desde la Torna mesa del Ray Estéreo

En el municipio de Soledad también se encontraban aparatos
de sonido de gran significación y protagonismo, por ejemplo: El Solista, El Nuevo Junior, El Melódico, El Gran Suby y El Sandinista.

En Cartagena, a mediados de los 80, el picó El Rey De Rocha, se abrió paso para destacarse como el nuevo líder de esa plaza picotera, rivalizando con El Conde y El Supersónico. El Guajiro, que siendo de allá, de la heroica, se trasladó a la ciudad de Barranquilla, a donde también tenía su sede.



Picó El Rey 


Para el inicio de los 90, comienza una nueva era de los picós, los llamados picós fraccionados. El aparato de sonido más popular de Barranquilla, llegó a ser "Los Melódicos," además de este, también rivalizaba la plaza con El Fidel La Makro TK, El Junior Láser Visión, El Torres En Concierto...entre muchos otros.

Picó Los Melódicos de Barranquilla


Un pico revelación para mediados de los 90, por su destacada tecnología y sonido como aparato sonoro completamente importado y ensamblado, desde los estados unidos, fue El Rumbavana: El Del Sonido Óptico, del municipio de Sabanagrande (Atlántico) , que, a partir de ese momento, el sonido en el picó también se podía ver, por medio de una enorme pantalla de video beam.  


El Rumbavana (dibujo a lápiz de color sobre cartón. 1 x 70 cm, año 2005) 


El Gran Torres En Concierto, de Armando Villa, quien
mediados de la década de los 90, hizo una destacada gira por la ciudad de Cartagena, en el marco de un Festival De Música Del Caribe destacándose en el evento "El Picotódromo" como el mejor aparato de sonido de este certamen, que para entonces, el único pico barranquillero, declarado ganador, en medio de todos los picós de Cartagena.

El Torres En Concierto

En Cartagena los aparatos de sonido más destacados de los 90 fueron: El Rey, El Sabor, El Parrandero, El Pionner, La Fania y El Waldy Trudy, mientras que los picós veteranos como El Conde y El Guajiro, salieron de los circuitos verbeneros o la plaza y se establecieron en los llamados salseros bailables, los cuales, se realizaban en los estaderos, escenarios, que se especializan en programar música picotera y verbenera.



Picó El Conde de Cartagena, años 80

Para el año de 1996, en Barranquilla hace aparición el picó El Pijuán Máquina Total, de propiedad de Armando Villa, completamente transistorizado, con el modelo de los nuevos parlantes de bala. Mas tarde, hace aparición un comprimido aparato con un enorme y fino sonido llamado El Arvi, las iniciales de su propietario Armando Villa quien hizo la hazaña, como en otrora, Limbeto Beltrán en Cartagena en los 70, de tener tres prestigiosos picós de manera simultánea.



Picó El Arvi

Después de lo anterior, a finales de los 90, emerge la primera empresa de sonido con proyección corporativa: El Skorpion Disco Show, de propiedad de Cesar Mercado. máquina de sonido, que se daba el lujo, de cambiar y estrenar de nuevo aparataje de sonido, en un promedio de cada seis meses, revolucionando el sonido picotero durante más de quince años.


Picó El Skorpion Disco Show

De Barranquilla compartieron, y todavía hoy, algunos aún vigentes, compiten, con esta poderosa máquina, los picós: El Moreno Mega Show, El Chichi Mega Mix, El Fidel La Makro TK, El Chamo La Macro TK Colombo Venezolana, El Solista Show Estéreo Láser, El Boby En Concierto, El Super Kike, El Caribeño, El David, entre muchos otros. De Cartagena: El Rey y El Imperio.


El Chamo, la Macro TK Colombo Venezolana

Ahora en la actualidad, se ha desatado una nueva ola de nuevos picós en la ciudad de Barranquilla, ha proliferado, una serie aparatos de sonido, retomando aquellos Bafles de antaño en forma de escaparate, aquel viejo e ingenioso modelo de las décadas de los 60, 70, 80 y hasta principios de los 90, el bello "objeto arte" con la plástica incorporada (pintura picotera), y con ellos, también se reactivó, la legendaria costumbre de coleccionar música en formato de vinilo, los expertos coleccionistas de discos llaman: la buena música, la música adulta con los nuevos sonidos, dentro de este contexto picotero y verbenero, ahora, para los bailadores y melómanos de todas las generaciones, a donde un disco de vinilo es la nueva sensación, porque como memoria, no solo tiene un gran significado, sino que puede tener un costo económico muy elevado. 


Picó El Dragón Turbo Láser


Ahora en estos tiempos, podemos decir, vuelve y juega, aquel

interesante juego del caramelo difícil (filatelia), que hace que

las personas (los varones) cataloguen como “duros”, ciertos

discos de difícil consecución, de ahí, que haya selectos

listados, para organizar los grandes repertorios musicales por

cada picós, aquellos discursos comunicativos musicales,

dentro de todo este sistema de sonido y música.

El retomar o resurgir, la memoria y la nostalgia, por la nueva

 era de picós turbos, gracias a la cultura de la música en vinilo

y el acetato, su acervo musical y cultural, ha hecho ver, a las

ya existentes y monstruosas máquinas de sonido (picós de

torres), como enormes, y ya casi extintos dinosaurios, en la

ciudad de Barranquilla, y toda su área metropolitana.





Picó El Gran Lobo, entre otros, un nuevo actor de la cultura picotera y verbenera


En esta nueva era de los picós, ahora llamados “turbos”, no solo hay legendarios nombres como en los casos de: El Timbalero, El Dragón El Gran Fredy, El Gran Torres, El Isleño, El Gran Che, El King Nando, El Solista, El Nuevo Junior, El Nuevo Latino, El Británico, El Negro Rumbero, El Africano, además del resurgir de ciertos nombre de picós, que en otrora Cartagena: El Huracán, El Supersónico, La Fania, ahora con sede en la ciudad de Barranquilla…también hay los nuevos y sensacionales nombres, nuevos actores picoteros como: El Gran Lobo, El Pequeño, El Africano (ANCO), El Rey Africano, El Master, El Gigante, El Guerrero, El Príncipe, El León, El Africanista…entre muchos otros.

Agradecimientos:

Entrevistas:

 

Alfonso Fontalvo

Carlos Miranda (Camir Espectáculos)

Gerson Costa


Notas Bibliográficas:


1. GARCIA PERTUZ, Nelson. La Verbena y El Picó. Documento - Investigación, Barranquilla 1998. Centro de Documentación de Comfamiliar.  

2. ORÓZCO, J. Clemente: Crónica, El Picó. Diario El

Universal. Portada de Disco Picoterapia Vol. 1. Sello León

Récords, productor Fonográfico Interson Ltda, Década de lo 90.

Fotografías: Portadas de disco, Blog Africolombia, Blog

Fukafra y perfiles del Facebook




*
Artista Plástico e Investigador Cultural






domingo, 13 de diciembre de 2015

“Carambola” de “Joao Seria” y la agrupación “África Negra”

Por Dairo Barriosnuevo*

Portada original del disco 

Enlace de You Tube:
Desde un lejano y paradisíaco archipiélago, ubicado, en el golfo de Guinea, occidente de África, dos islas: una grande y otra más pequeña, ex colonias portuguesas, cuyos nombres corresponden al de “Sao Tomé y Príncipe”, desde ese recóndito lugar, nos llegó el célebre disco en
formato de vinilo, de la agrupación musical África Negra, directamente, para la discoteca del picó “El Conde” de Cartagena, agrupación esta, liderada, por el músico vocalista Joao Seria, éxito, que en Colombia, tiene El Piconema (seudónimo) de “El Embolador” cuyo nombre original es: Carambola.

Esta es la segunda producción musical de este grupo, la cual fue grabada en el año 1983, bajo el sello disquero “Iefe Discos”


Fabian Altahona

Según Fabian Altahona Romero: "La música de África Negra tiene influencia de Congo, sin embargo, es única, propia y tiene un sonido crudo, sin pulir, probablemente, por el hecho de que su música se grabó en Santo Tomé y no en un estudio de alta tecnología en Europa."


Jero Fajardo

El veterano picotero “Jero Fajardo” nos hace saber lo siguiente: que quien trajo este disco del exterior, fue un marino llamado “Dicson Villera,” quien para entonces, era un marino que prestaba servicios para el buque ARC Gloria.


Buque ARC Gloria

Lo único cierto es, que quien le acuño con el Piconema de
El Embolador, fue el legendario picotero Cartagenero "Vicente Meñaca” quien para entonces, y siempre, ha sido el picotero titular  del picó El Conde de Cartagena. 

Cuenta Meñaca, que en la cultura picotera, se tiene la costumbre, de lanzar el disco y marcarlo de una vez, rebautizándolo con un nuevo nombre, lo que denominamos como El Piconema, para de esta forma, despistar a la competencia, los picos rivales, para que les sea difícil, poder conseguir el disco, mientras tanto, se programa como si se tratara de un disco exclusivo del picó.         



Vicente Meñaca


Meñaca asoció, el sonido nítido del disco, con la saturación del sonido brillante del picó, le pareció, como si un lustrador de zapatos, frotara un trapo en el cuero de un zapato, para sacarle brillo, de ahí, que le acuñara el piconema de "El Embolador del Conde".
 

Respaldo del disco

Con el paso de los días, los otros cuatro cortes, de esta misma producción musical de África Negra, para diferenciarlos, empezaron a tener otros piconemas, claro, que anteponiéndoles de manera genérica, el termino Embolador. Por Ejemplo: El Embolador Carambola, El Embolador Mayambe, El Embolador Osiris, El Embolador Templao y otro.   

Picó El Conde de Cartagena, años 80.


Desde el año de 1983 hasta 1999, fueron 16 largos años, en que los picoteros del Conde, de manera permanente, trajinaran con la aguja del toca disco, este valioso y único acetato, que para entonces, existía, en el ya competido circuito picotero y verbenero.

La manera de preservar este disco como un exclusivo por tanto tiempo fue, la de destruir la información que traía el disco, se deshicieron de la portada, rasparon y tacharon la etiqueta del disco, de modo que, nadie sabía, ni tenía idea de dónde provenía el codiciado disco.

Lucas Silva

Para el año de 1999, el documentalista y productor de música bogotano: Lucas Silva, que para entonces, residía en la ciudad de París (Francia), cuenta, que estuvo visitando y por ende, esculcando música, en una tienda de discos en la ciudad de Lisboa (Portugal), a donde se encontró con el codiciado disco de África Negra 83, ahora en formato de CD, quien de inmediato, llamo a Humberto Castillo (QEPD), en la ciudad de Cartagena, para darle la noticia bomba, de su valioso hallazgo musical, el cual sacudiría los cimientos del sistema de música picotero y verbenero en el caribe colombiano.

Cuenta Lucas, que enviar este CD desde Europa, le trajo como consecuencia, el enojo y la enemistad de Francisco "Pacho" Manjón, propietario del picó El Conde, quien todavía se encuentra muy molesto, después que le hayan dado de baja, uno de sus discos más preciados, del repertorio musical de su picó.


Francisco "Pacho" Manjón

Lo cierto es que a pesar de la abundancia de las nuevas copias piratas de estos discos, con un excelente sonido, el picó El Conde, todavía se da el lujo, de poner a sonar en el tocadisco, aquella vieja y trajinada reliquia o pieza de museo, con el sonido sucio del scratch, el tema El Embolador Carambola, y sus otros cuatro cortes musicales más, de la cual, con mucha nostalgia se enorgullece, encimándole una vieja glosa que dice: ¡¡¡ESTE ES EL DISCO ORIGINAL , EL QUE SUENA POR AHÍ, ES REGRABADO!!!

Agradecimientos:

Jero Fajardo (picotero)
Fabian Altahona (Investigador Cultural)
Vicente Meñaca (Picotero)
Discografía: Angel Correa (Anco)

Fotos: 

Africolombia, Fukafra, Facebook de Laín Domínguez, Google

Enlace de YouTube


*Artista Plástico e Investigador Cultural