jueves, 6 de octubre de 2011

WILLIAM GUTIERREZ: UN MUNDO DE HISTORIAS IMAGENES E IDEAS

Por Dairo Barriosnuevo*



El maestro William en su taller de arte realizando un trabajo para Populardelujo.

William Gutiérrez Peñaloza, es el hacedor de un arte urbano maravilloso y de gran vitalidad para la cultura popular del Caribe colombiano. "William" como se le conoce en ese fantástico e imaginario mundo del picó (enorme máquina de sonido), nace en Barranca Nueva, Bolívar, en el año de 1959. Realizó sus estudios superiores en la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico e hizo parte de la promoción de 1986, en compañía de de artistas como Samuel Buelvas, Ricardo Montenegro, Ruby Bolaños entre otros.


William Gutierrez Peñaloza

Desde hace muchos años William ejerce la docencia y hoy es profesor de la facultad donde se formó como maestro de las artes plásticas. También ha desarrollado con éxito las técnicas tradicionales del dibujo y la pintura, de igual forma pretende en un tiempo no muy lejano, hacer realidad su tesis de grado laureada, que trata de un proyecto de esculturas geométricas en metal para embellecer el espacio público urbano.
Independientemente que este artista sea académico y haya expuesto su obra en salones y galerías de arte, nos llama la atención su monumental trabajo pictórico popular.


El gran Joe Arroyo pintado por el maestro William

William con el ánimo de complacer el gusto de algunos sectores de las comunidades, pinta grandes cuadros o telones del tamaño de un mural. En este caso, el picó es la vitrina que cada fin de semana exhibe este hermoso arte decorativo, por todos los barrios y municipios de la región, en donde este aparato anima las multitudinarias fiestas populares.
Estos picós construidos para sonar música o más bien para hacerla tronar, se asemejan a vallas, paredes o edificios. La instalación y el ensamblaje de estas máquinas, las convierte en murales móviles o portátiles y se constituyen en los espacios en el que William muestra su destreza técnica.


El Gran Che pintado por William Gutiérrez

Los nombres épicos y emblemas alegóricos (orales y escritos) de estos aparatos, nos da a entender que estamos ante una muestra muy portentosa de la heráldica, pues, cada una de estas instalaciones picoteras representa escudos y blasones.
Daisann Mclane, los definió como "proyectos de ciencia de escuela secundaria…"1.  Nosotros los consideramos como de ciencia ficción, porque son una invención poética, que alucinan con la perfección del sonido musical, fantasía que mueve a todo este fenómeno social y cultural.

Picó El Ultimo Hit del Barrio San Roque, de Propiedad de Adolfo Parra (QEPD)

El proceso de construcción y mantenimiento de un picó requiere de muchas personas, todas con un saber específico que incluye ciertas estéticas culturales. En el picó participa el ebanista, técnico electrónico, pintor, vocalista de jingles, programador de música (picotero), un animador y el mezclador de efectos de sonido, quienes le imprimen un particular modo de arte a través de este impresionante equipo, que a su vez es el medio de difusión de otro producto igualmente complejo: la música. Sin embargo, cabe destacar que William no es el único pintor encargado de embellecer la cara del picó. Ya para la década del 70,  existía una camada de pintores conformada por Edimor, de quien se decía era académico. Gerson Acosta (Gerson), Alexander Lugo (Alsander), Byron Herrera (Byron), Raúl De la Rosa (Raúl), Y Belisario De la Matta (Belimastth). Este último dice ser el primero en pintar el frente de un bafle de picó. Luego en el 80, aparecen Alberto Cuesta Rodríguez (Alcúr), Rodolfo Comas (Roco), Armando Cuesta Vargas (Arvacu), Wilmer Gastelbondo (Wilmer), Los hermanos (Magú y Enrique), y por supuesto William Gutiérrez (William). Más adelante se sumaron Martin Olascoaga (Martin) y Edgardo Sarmiento (Edgar). Últimamente, ha venido figurando en esta plaza de pintores y publicistas, gracias a su destreza técnica con el aerógrafo: Samuel Pacheco, el popular (Zurdo). Otro de estos singulares artistas, el cual es un especialista en hacer letras picoteras y verbeneras, es nada menos que Oscar Peña, más conocido en este mundo como (Añepracso), cuya firma de artista es su mismo nombre, de manera invertida. Estos en su mayoría son artistas naturales (empíricos), condición que no les ha impedido el dominio de unas técnicas limpias y bien logradas.

Pico El Gran Fredy de la localidad del sur occidente de Barranquilla, años 80

Las técnicas pictóricas más empleadas por estos artistas son el vinilo (acrílico), lacas (fluorescentes) y esmaltes. A estas se les aplica collage de cintas reflectoras, lentejuelas, escarchas y fragmentos de vidrios y espejos, todo ello para que la superficie de la lona destelle psicodélica por las noches.

De las técnicas del pincel se ha pasado gradualmente al aerógrafo, una pintura estilo grafiti muy utilizada en las calles y en el metro de New York. Con el aerógrafo la gente ya no se equivoca al caracterizar como dibujo a toda esta iconografía picotera, pues, con esta técnica se dibuja directamente con la aplicación de la pintura al soplete. Este trabajo artístico debe tener formas bien definidas y proporcionadas o los mismos colegas y el público en general, cuestionarán de manera inclemente las inconsistencias que tenga la imagen.


Picó El Artista, de propiedad del maestro William Gutiérrez

Con respecto al color se ha creado todo un lenguaje, por cierto, escandalosamente vibrante y llamativo. La violencia de la escuela de pintura fauvista a principios del siglo XX, les quedo tímida. El color estridente que se usa en el picó es también el producto de nuevas tecnologías cromáticas, cuyas tonalidades pareció interpretar las notas coloridas de la música africana y afrocaribeñas que brotan de los altoparlantes.
Cada uno de estos artistas tiene su propio estilo. Alsanders por ejemplo, aunque no sea consciente, maneja el volumen y la degradación del color lo más parecido a Henry Rousseau, creador del estilo naive o primitivo. Alcúr por su parte, centra su mayor esfuerzo estético en las caras de los personajes que pinta. En cambio Martin es el hombre orquesta, él sólo construye y arma el picó, lo pinta y lo picotea. William por su lado, siendo el pintor más solicitado en este medio, reconoce y admira la improvisación y destreza de Belimasth.


Picó El King Nando de Nando Iriarte Jr

El principio de composición más utilizado es la simetría, y no sólo en la pintura, sino en la instalación misma del aparato. Además de una distribución de los elementos en el plano bien recargado y apretujado: expresión estética popular que se aprecia en la decoración interna de los buses, los altares de la virgen del Carmen y hasta en algunos carros de refrescos callejeros.
Bueno, pero ¿qué es lo que se pinta en los lienzos y bafles del picó? En realidad sólo imágenes que no significan ni trascienden más allá de su propio contexto. Para la creación de esta serie de formas y colores, se toman como referencias las portadas de los discos, carteles de cine, historietas y revistas extranjeras. Cabe señalar también, que hay muy buenas interpretaciones y recreaciones, al igual que trabajos imaginarios y ante todo excelentes retratos, tratados con tanta elaboración, que alcanza los niveles de preciosas obras de arte.

Picó El Curramba Digital.


Picó El Africano de Barranquilla. 


En este arte urbano contemporáneo se pintan elementos que construyen el imaginario colectivo de quienes viven y conocen el mundo picotero. Estos elementos simbolizan a cada una de estas máquinas musicales, que interactúan compitiendo dentro del mismo sistema. Por ejemplo Belimastth y Alcúr, en sus pinturas, juegan con todas estas simbologías avasallando violentamente a los adversarios del aparato musical que prescinde de sus servicios.
Cada una de estas representaciones se convierten en entes musicales urbanos que son venerados casi de forma religiosa. La imagen como fachada de todo el artefacto audiovisual, despierta fascinación, afición y pasión. La iconografía picotera pone en evidencia ciertas formas de culto a la personalidad como el hecho de pintar héroes de todo tipo, gobernantes, guerrilleros y hasta terroristas.


Lokassa Ya Mabongo homenajeado con un retrato realizado por el maestro William Gutiérrez

Lokassa Ya Mbongo poniendo su impronta en el lienzo del picó El Maxter de Luis De La Salas

J. Clemente Orozco, nos hace saber que "los picós" son como héroes, han resistido el paso del tiempo, perfeccionándose y aguantando la avalancha de gente que que los degusta y de la otra que los condena. Han amenizado a través del tiempo rumbas de todo tipo, rumbas en las cuales el pueblo se debate entre la locura y éxtasis que produce el disco exclusivo o la propaganda que suena a voz de cuello: ¡soy el mejor!

Lo totémico en el picó es obvio cuando en la expresión de su fachada se resalta toda clase de fauna como monstruos y bestias legendarias, animales feroces, reptiles e insectos venenosos y ponzoñosos.
No existe duda alguna, todo lo que tiene que ver con este singular aparato sonoro es de un fetichismo absoluto. La potencia y el sonido descomunal, los avances de la tecnología y su manipulación son todo un ritual competitivo y contemplativo. En el imaginario pictórico popular, muchos de esos ingeniosos artefactos, se transforman o más bien, se representan en otras máquinas aún de más poder y jerarquía. Por ejemplo: tanques de guerra, aviones, trenes, tracto mulas, naves espaciales entre otros.


Picó El Concord de Mario Fabregas

En la pintura se hace alusión a toda clase de tempestades y desastres naturales, como en el apocalipsis: El Huracán, El Ciclón, El Diluvio...una manera de simbolizar las devastadoras emisiones de sonido. En el picó se pintan músicos, la música misma, el trópico antillano y las selvas africanas.
Daisann Mclane dice: "hay un elemento misterioso y fascinante en esta cultura caribeña, quizás es el mismo proceso que tienen las bandas de metal de Trinidad o el arte de Haití"3.

El Solista de Soledad, años 80.

El tradicional picó El Jude de Malambo, años 80.

Esta es una muestra del mundo pictórico popular con el que el maestro William internaliza, pues, él creció y vive inmerso en esos abientes festivos, lo que le permite tener una relación tan intima con ese espacio, que lo percibe, se apropia y ejerce en el proceso de transformación tendiente a su propia adecuación.
  
William Gutiérrez Peñaloza, no sólo ha dedicado su quehacer artístico a un público cultivado y selecto que opina sobre las nuevas propuestas del arte contemporáneo. El también se siente realizado con el aprecio popular, aprecio con la sencillez del sentido común que puede brindar la gente bacana que baila y goza alrededor de estas colosales máquinas de sonido, emblemadas por el virtuosismo técnico de William.


El Gran Torres de Barranquilla pintado por William, fotografía: Jackmag.com.co 


Notas bibliográficas:
1. Mclane, Daisann: Los toreros del tocadisco; The New York Times, año de 1993. Traducción:Manuel Reyes Bolaños (Manrebo).
2.   Orozco, J. Clemente: El Picó, diario El Universal de Cartagena. Año 1990.
3.   Mclane, Daisann: Los toreros del tocadisco; The New York Times, año de 1993. Traducción: Manuel Reyes Bolaños (Manrebo)
4.Texto tomado y ampliado de la revista Dominical de El  Heraldo, Barranquilla 15 de agosto de 2004.

Foto tomada del archivo de Jackman:

http://www.jackmag.com.co/articles/barranquillas-sound-system-culture/
Fotos del archivo de africolombia y Fukafra
 


*Artista plástico, docente e investigador cultural