Por Enrique Luis Muñoz Vélez*
Foto: Mirjam Wirz |
Todos los orígenes son inciertos, espurios e imprecisos y el fenómeno de la champeta no escapa a esa realidad. Haciendo un escarceo, diremos que primero surge el término quizás entre los años 1969 1972 en los sectores populares del barrio La Quinta en la caseta La Subway de Luis Marriaga, y en la Dinámica de Víctor Zambrano en el barrio Olaya Herrera. Para la época señalada, hace transito la nomenclatura champeta para referenciar al individuo torticero y problemático que en los bailes de dichos barrios sacaba un fierro (cuchillo de hoja ancha) intermedio entre entre la machetilla o soco y el cuchillo de cocina: término que calificaba a un ser pendenciero. Posiblemente, entre los efectos del trago y la ingestión de drogas alucinógenas, se tiraba con sus actos las parrandas de fin de semana.
Foto: Mirjam Wirz |
El vocablo se dio con el desarrollo de la salsa en los barrios populares de Cartagena en las casetas anteriormente citadas, hasta extenderse en otros lugares donde el término fue adquiriendo cierto tipo de identidad para señalar a personas indeseables en cualquier nivel social hasta equipararlo con el ser vulgar. Luego paso a significar a las personas de bajo recursos ataviados con pantalones de cuadros boca ancha confeccionados con una tela sintética conocida como terlenka, que ya había pasado de moda, y camisas de rayas de colores fuertes: el calzado era de plataforma o en su defecto unos zapatos de caucho especie de tenis y con un inmenso colgarejo que llevaban en el hombro (grabadoras grandes a todo volumen), para rematar en una peinilla grande y ancha expuesta a la vista de todo el mundo en el bolsillo del pantalón. El estereotipo se fue familiarizando en los barrios populares para resurgir nuevamente para rotular un tipo de música urbana de sustrato africano en las zonas marginales de cartagena conocida como champeta.
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