Por Dairo Barriosnuevo*
Alsanders en plena faena pictórica |
Para la década de los 60, las ciudades de Barranquilla y Cartagena, al igual que el resto de la región del caribe colombiano, se encontraba inmersa en medio de una gran oleada de música de origen cubano y portorriqueño, a consecuencia del destacado boom de la salsa, que por esos años, se proyectaba desde la ciudad de Nueva York para el mundo.
Desde entonces, se dio el origen a un nuevo fenómeno de
cultura urbana contemporánea. Hacemos referencia, a la creación de nuevas tribus
urbanas contemporáneas, conformadas por los melómanos, bailadores y seguidores de aquellos ritmos
de música brillante, caliente y tropical.
Los epicentros y circuitos urbanos, a donde siempre se hizo
manifiesto toda esta cultura popular, fueron, y siguen siendo los bares, cantinas y estaderos, especializados en este tipo de música y por supuesto, los bailes de
verbena, a donde el actor principal de este escenario, es el picó (aparatos de
sonido) con música ambulante y estridente.
Para la época, todo este movimiento musical fue esencialmente la salsa, acompañada de la música antillana en español, pero también no hispano hablante, sumado a esto, música latinoamericana, la cual es catalogada como música tropical, de igual manera, no podía faltar la música de producción nacional, folclórica y popular, además del ingreso de cierto tipo de música norteamericana y europea, a toda esta recopilación musical, se le llamó dentro de nuestro contexto, música picotera y verbenera.
Después de sumergirnos, sobre la música de los 60 en Barranquilla, también hizo carrera el mundo de las imágenes visuales, alimentadas y enriquecidas, a través de las sensacionales portadas de los discos, las portadas de las historietas épicas
mexicana, el auge del cine y los coloridos carteles de Hollywood, todos, de alguna manera, fueron la materia prima, los referentes, para crear una especie de caldo
de cultivo, para una camada de pintores y publicistas, artistas emergentes, todos, de origen popular, en su mayoría empíricos y autodidactas, uno que otro académicos, formado de la escuela de bellas artes, conformaron un movimiento artístico y popular, sin precedente alguno, en esta ciudad y que apenas hoy, estamos registrando a
través de estas líneas escritas.
Alexander Lugo "Alsanders" (QEPD) conocido en este mundo picotero y
verbenero, hasta hace poco, uno de los actores de la primera generación, con Gerson Costa, Belimastth (QEPD) y Byron Herrera "Byron" (QEPD), quien hizo del
oficio de la pintura y la publicidad, un recurso sostenible, una forma de vida, con la que sostuvo y levanto a su familia, incluso, hasta muy entrado en años.
Alsanders nace en Barranquilla el 10 de marzo de 1943, fallece en 2019, decía, que garabateaba desde la primera infancia, fue bachiller del colegio Barranquilla en el año 1958. Desde entonces, ya era destacado por sus compañeros de clases, gracias, a su vocación y destreza de dibujante y pintor, quienes le encargaban los trabajos de cartelera, las mismas, con las que se ganaba todos los concursos de arte dentro y fuera del plantel educativo.
La primera vez, que pintó el frente de un bafle de picó fue para el año 1967. Pintó unas letras y unas notas musicales del picó El Palladium, que para entonces, Gerson y Belimastth, apenas le llevaban algunas semanas de estar pintando bafles de picó.
Alsanders dice, que su vida, siempre estuvo en medio de la bohemia, que era un melómanos empedernido, de tiempo completo, aficionado a la música picotera y verbenera, con especialidad en la salsa. En el año de 1969 fue programador de música en el célebre estadero la cien de Barranquilla.
Picó El Palladium pintado Por Alsanders |
Cuenta Alsanders, que los picós se volvieron algo tan indispensable en cualquier casa, que era como tener un carro y/o una nevera. Con este trabajo de pintar bafles, regaderas, columnas, consolas, y hasta decorar los discos en vinilo, que en su momento, eran, o fueron piezas exclusivas de uno y otro picó, esa era la singular forma de vida, con la que vivió muchos años, lustro, décadas, siempre realizando esa misma labor.
Alsanders, además de pintar un sinnúmero de aparatos de sonido, ejercía la publicidad, pintaba las fachadas de todo tipo de negocios: almacenes, misceláneas, panaderías, restaurantes, ferreterías, bares, cantinas, estaderos, billares...etc.
En el año de 1983, el periodista Juan Pérez López, realizó una publicación para para la revista Diners, en ella, describió lo siguiente: “unos toca discos que tienen parlantes
del tamaño de un escaparate, que retumban con tanta potencia, que hasta han derribado casas y sobre los cuales se ha desarrollado una pintura ingenua y representativa de la salsa.”1
Según, lo que hemos podido apreciar de las pinturas de Alsanders: siempre trabajó memorizado, bajo los mismos elementos del
paisaje caribeño, los cuales, tiene formulados: el cielo azul y los atardeceres anaranjados, la línea horizonte del mar, las colinas costeras, las palmeras de
coco, retratos, músicos vestidos de rumberos y camisas estampadas, tocando instrumentos
musicales: guitarras, congas, bongoes, timbaletas, además, monstruos y bestias, insectos, máquinas como aviones y tanques bélicos, entre muchos otros motivos.
Aunque Alsanders, no haya sido consciente de ello, por su condición de no ser un pintor académico, el manejo de sus formas pictóricas, su pincelada, la degradación del color, el tratamiento del volumen, noble y primitivo, se asemeja mucho, al del arte naif del célebre pintor francés Henry Rousseau.
A pesar de que Alsanders, dedicó casi toda su vida,
pintando los lienzos en los bafles de los picós, desde los más grandes e importantes, de las tres perlas del caribe colombiano, medianos y pequeños, los pinto y decoró a todos, son muy pocos, los registros visuales, fotos, revistas, documentales, que a través del tiempo, con la ayuda de las redes sociales, poco a poco, y con mucha paciencia, se han venido recuperando.
Agradecimientos:
Alexander Lugo (Alsanders)
Fotos: Revista Diners, febrero de 1983.
Fotos: Africolombia y Fukafra
*Artista plástico e investigador cultural.